Muchos factores pueden influir en la salud reproductiva femenina, como el bajo peso y el sobrepeso, la obesidad y la actividad física extenuante. Estas son algunas de las condiciones que alteran los perfiles de hormonas específicas, como la insulina y las adipocinas,
perjudicando así la fertilidad de las mujeres. Además, clases específicas de nutrientes pueden afectar la fertilidad al actuar sobre vías de señalización específicas. Los ácidos grasos, carbohidratos, proteínas y componentes asociados con los alimentos (como los disruptores endocrinos) tienen actividades fisiológicas y su ingesta desequilibrada, tanto cuantitativa como cualitativamente, puede afectar la homeostasis y la fertilidad femenina.
Infertilidad femenina
La infertilidad, definida como la incapacidad de concebir después de un año de relaciones sexuales sin protección, es un problema continuo estimado en 186 millones de personas en todo el mundo. En algunas regiones del mundo, como los países en desarrollo, el porcentaje de infertilidad puede alcanzar un promedio del 30%. Aunque la infertilidad masculina contribuye a más de la mitad de todos los casos de esterilidad global, la infertilidad sigue siendo una carga social para las mujeres. Las etiologías de la infertilidad femenina incluyen problemas con la ovulación, endometriosis y en 20% a 30% de los casos permanecen sin explicación. Recientemente, los efectos del estilo de vida en la salud reproductiva femenina han recibido nueva atención. Dado esto, es posible observar que el peso, la composición corporal, el nivel de actividad física y la ingesta de nutrientes son factores que pueden afectar la fertilidad femenina.
Ácidos grasos poliinsaturados y fertilidad femenina
En las mujeres, el consumo de ácidos grasos trans en lugar de ácidos grasos monoinsaturados o poliinsaturados se asocia positivamente con la infertilidad, independientemente de la edad, el IMC, el estilo de vida y los niveles hormonales. Se ha propuesto que los efectos perjudiciales de las grasas trans sobre la fertilidad pueden deberse a sus diferentes capacidades para unirse a PPARγ y regular negativamente su expresión. Además, una mayor ingesta se asocia con parámetros metabólicos alterados, como la resistencia a la insulina, el riesgo de diabetes tipo 2 y los marcadores inflamatorios que pueden afectar negativamente las funciones ováricas.
Se ha demostrado que el consumo de ácidos grasos monoinsaturados se asocia con un menor riesgo de problemas ovulatorios, aunque estas conclusiones solo pueden atribuirse parcialmente a cambios en las grasas dietéticas y pueden verse afectadas por otros factores nutricionales, como la fuente de proteínas (vegetal vs. animal), una mayor ingesta de carbohidratos ricos en fibra y un índice glucémico bajo. Productos lácteos con un alto contenido de grasa y otros micronutrientes.
Los ácidos grasos poliinsaturados, en particular el ácido araquidónico y sus metabolitos, influyen en la esteroidogénesis en las mujeres, ejerciendo efectos directos sobre enzimas específicas como STAR, CYP11A1 y sobre la regulación de la síntesis de prostaglandinas. Además, también pueden alterar la función de los receptores nucleares, como LXRα y PPARs, influyendo en la transcripción de sus genes diana implicados en la síntesis de prostaglandinas y la esteroidogénesis ovárica. La cantidad y el tipo de ácidos grasos poliinsaturados pueden afectar varias vías metabólicas y el consiguiente deterioro metabólico puede causar resultados reproductivos.
Carbohidratos, azúcares y fertilidad femenina
Algunos estudios han demostrado que la calidad y cantidad de carbohidratos en la dieta puede estar asociada con la infertilidad ovulatoria entre las mujeres. El mecanismo puede atribuirse principalmente a la reducción de la sensibilidad a la insulina que conduce a un aumento de los niveles libres de IGF-I y andrógenos, reproduciendo así algunas características clínicas típicas del SOP.
Los principales efectos de la ingesta alta de carbohidratos pueden estar mediados principalmente por la insulina y su vía de señalización, afectando así al eje hipotalámico-hipófisis-gónada. Una explicación sugiere que el deterioro del proceso ovulatorio no se debe al aumento de la ingesta de carbohidratos, sino que puede estar relacionado con el hecho de que el aumento de la ingesta de carbohidratos se produce a expensas de las grasas naturales, que ejercen un efecto beneficioso sobre la función ovulatoria. A pesar de que el consumo de carbohidratos y azúcares, especialmente la fructosa en líquidos, como se encuentra en las bebidas endulzadas con azúcar, puede afectar el proceso reproductivo. Por lo tanto, las dietas altas en carbohidratos / azúcares conducen a dislipidemia y resistencia a la insulina, causando trastornos ovulatorios.
Alimentación y fertilidad femenina
La alimentación es un factor crucial para la salud general y el bienestar del cuerpo femenino, y también tiene un impacto significativo en la fertilidad. Una dieta sana y equilibrada puede ayudar a promover la ovulación regular, mantener niveles hormonales adecuados y reducir la inflamación, factores que son importantes para la fertilidad femenina.
Por otro lado, se deben evitar los alimentos procesados, los azúcares refinados y las vitaminas controladas, ya que pueden aumentar la inflamación y afectar la ovulación. Además, el consumo excesivo de alcohol y cafeína también puede afectar la fertilidad femenina.
Práctica clínica
Algunos alimentos que pueden ser beneficiosos para la fertilidad incluyen frutas, verduras, granos enteros, proteínas magras, nueces y semillas, así como una variedad de vitaminas y minerales, como ácido fólico, hierro, zinc y vitaminas A, C y D. Por lo tanto, garantizar una dieta equilibrada puede ser un factor clave para la fertilidad femenina.
Referencias
Sugerencia de estudio:
La influencia de la dieta en la fertilidad
Mira el video en Science Play with Omar de
Faria: Mitocondrias e infertilidad
Artículo:
Nutrición y fertilidad femenina
– Fontana R, Torre SD. La profunda correlación entre el metabolismo energético y la reproducción: una visión sobre los efectos de la nutrición para la fertilidad de las mujeres. Nutrientes. 2016; 8(2):87. https://doi.org/10.3390/nu8020087